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POLÍTICA Y GENTE

Por: Pedro García

Contra toda lógica, el PRI –en el Congreso- domina (en verdad lo hace) la escena desde su nivel de primera minoría en la correlación de fuerzas entre los grupos legislativos.

La preponderancia del PRI es de terciopelo, suavecita, propio de quienes saben oficiar en política.

La operación del tricolor en la Septuagésima Quinta Legislatura es de un pespunte fino, como quien zurce un tul.

La diputación del PRI fulge en el elenco legislativo, pero lo hace con matiz, con lo absolutamente necesario para conseguir sus fines de fuerza política congresista, donde tiene alfiles auténticamente entregados, incondicionales.

Para eso sirve el oficio político, lo cual no se advierte en otros flancos de dirección legislativa pese a la novedad o lo “novedoso”.

Entre el “morenismo” hay estupor por la falta de agallas políticas para posicionar al partido en el Congreso con nervio y personalidad.

A Morena, el PRI le arrebató -“sorprendentemente”-, como quien hurta un caramelo a un infante, a dos de sus miembros, provocando un desinfle en cantidad donde sólo el brillo personal de algunos de sus integrantes están logrando salvar el papel de la bancada.

Del mismo modo que apenas se advierte el dominio del PRI, en Morena hay indicios de un proceso de desgaste que puede provocar que, esa “máquina” que todos creíamos que iba a ser, se desbiele, más temprano que tarde.

Los análisis comienzan a coincidir en que algo pasa en el congreso con Morena a partir de su liderazgo el cual se ve desarmado, pero también con un dejo de ambiciones transfiguradas en concesiones políticas en detrimento del plan general del partido para consolidarse, en Nuevo León, como lo que es a nivel nacional: la fuerza por excelencia.

Ninguna bancada, aún las minimas, de uno o dos diputados, debe deponer agendas y hacer concesiones irremediables. Menos las que surgen y derivan de la etiqueta de un campeón como lo es López Obrador al que todos quieren desmantelarle sus propósitos aunque todavía no llega a Palacio.

Vemos en el Congreso de Nuevo León a algunos integrantes de Morena asumiendo el rol de protagonistas en asuntos relevantes como el desarrollo urbano y la ecología, así como en el tema de actualidad, la movilidad y sus duras complicaciones.

Pero, integralmente, a Moreno se la ve más bajo que los medios tonos, como en colores degradados, lo cual es achacable directamente a su liderazgo.

¿Hay remedio? Probablemente, y debe ocurrir desde el trabajo del partido para ajustar y reorganizar toda su estructura en el estado de Nuevo León para relanzar sus distintas franjas del quehacer político y fijar, de una vez por todas, el rumbo de Morena, sin concesiones.

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El priista Paco Cienfuegos, político querido y malquisto, ha desnudado al gobierno de El Bronco, al agente (de la AET) Longoria, y a los directivos del Consejo Estatal del Transporte (CET) en el sentido de que se aventaron la puntada de sugerir (como buenos samaritanos) un desorbitado aumento en las tarifas camioneras, saltándose la norma, ni más ni menos.

Cienfuegos, de meteórica carrera, les ha restregado dos veces a los del CET que procedieron con maña contra el pueblo usuario de los camiones. “Fue un proceso amañado”, ha dicho dos veces Paco Cienfuegos.

¡Oye!, yo ya hubiera renunciado de la vergüenza por el levantón de faldas…

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Sobre el mismo asunto, la presidenta de la Comisión del Transporte, Julia Espinosa de los Monteros Zapata (Diputada de Mayoría de Morena, Distrito 5) se ha mantenido firme en su rechazo al “tarifazo”: antes, durante y posterior a la junta del Consejo Estatal, en lo cual no ha requerido de guajes para nadar, pese a las presiones en torno al tema de las tarifas donde hay un peso político formidable.

La diputada, sin embargo, no ha permitido sugerencias o “alter ego” gratuito en la toma de decisiones.

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A propósito de GENTE arrojada, Rocío Montalvo, integrante del Colectivo Únete Pueblo, debe ser inscrita entre los usuarios a tomar un Asiento en el Consejo Estatal del Transporte, con voz y voto.

Digo que es arrojada, porque no teme encarar al poder, pero también es una joven estudiosa, no es una mujer limitada al pataleo o a las marchas. Rocío está suficientemente acreditada por sus participaciones, valientes por demás, en innumerables programas de opinión pública, lo cual ha hecho con riqueza de argumentaciones. Estimamos que, en ella, los usuarios tendrían un baluarte a su favor, en el Transporte. Dios y El Bronco lo quieran.

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