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El legado de Lola Bernal

Redacción/SV

“El legado de Martha (Graham) no sólo ees una técnica anatómicamente correcta para bailar, para formar a un bailarín, sino que tiene toda una filosofía detrás. Y esa filosofía es muy específica y tiene qué ver con la cultura del ser humano, con las culturas del mundo, con sus sensaciones más primitivas, basado en la contracción del centro vital del cuerpo, que está en el mero centro de tu cuerpo”, así lo manifestó la maestra Lola indicando, con la firmeza de sus manos, el centro de nuestro cuerpo.

Es la maestra Dolores Bernal un cuerpo que no deja de agitarse mientras desgrana conceptos, los cuales, abarcan distintas áreas de la vida Nos habla del vínculo sonido-movimiento, y pone sobre la mesa una disyuntiva similar a aquella de “qué fue primero, ¿el huevo o la gallina?”. No cancela la discusión, sino más bien describe el vínculo, porque hay que recordar que, la danza, es un lenguaje.

“Lo es –afirma- desde que, al hablar contigo, me estoy moviendo. Si te amarraran, difícilmente podrías decir algo; aunque utilices la palabra, tú necesitas de una expresión corporal. Para emitir un sonido se necesita del movimiento, y el movimiento es primitivo. Los primeros pobladores danzaban para la lluvia, para la fertilidad de la tierra, a los dioses.

“Entonces, estamos haciendo algo primitivo pero llevado a la civilización, porque buscamos, a través del movimiento, transmitir la problemática del hombre actual, que no es la misma que la de hace 20, 30, 40 ó 100 años”.

El lenguaje de Lola Bernal cristaliza en la técnica Graham, “pero no la elegí yo –pondera-, la técnica me eligió a mí. Porque yo no tengo un cuerpo virtuoso, tengo un cuerpo limitado, difícil. Hay cuerpos muy hábiles, el mío no era hábil. Entonces, tuve que trabajar muy duro para poder tener desarrollada la técnica. Durante muchos años yo tomaba cuatro clases diarias de técnica. Ahora se toma una clase, eso y ya.

“Para nosotros en esa época tomar una sola clase era como no tomar. El entrenamiento tiene que ser riguroso”. Lo dice al recordar su encuentro con la técnica, la cual le fue revelada por Alejandra Serret en 1977.

Alejandra Serret se formó con su tía Guillermina Bravo, quien había viajado a Nueva York para aprender la técnica de Martha Graham. Posteriormente, Lola Bernal sería discípula de la misma Guillermina Bravo.

“Es una técnica muy difícil, complicadísima –explica. Por eso no todo mundo la quiere hacer. Y te dicen: ya está obsoleta. ¡Es como si dijeran está obsoleto el ballet clásico! –truena- ¡imposible, son técnicas casi perfectas! Es más: para mí sólo hay dos técnicas formadoras de bailarines: Graham y Clásico. No hay más técnicas para mí”.

-¿Por qué es tan valioso su legado?

“Porque tiene una filosofía atrás, y esta filosofía tiene qué ver con metáforas, con personajes y culturas diversas: hay una gran presencia de la cultura griega en sus obras. Se ocupa perfectamente de todas las posiciones simétricas –asimétricas, pocas- pero tiene un gran trabajo de oposiciones, muy importante, muscular.

“Y hay que apreciar un contenido dramatúrgico fundamental, por eso la técnica ha permanecido, porque Martha creó la técnica basándose en sus obras; primero hizo los montajes, de ahí derivó la técnica. Así, toda su técnica está plagada de imágenes de sus coreografías”.

También importa la figura del espiral, lo expresa al momento de figurar uno con sus manos.

“Nosotros trabajamos espirales, se trabajan mucho en la técnica, y el espiral está en la configuración del ADN, es un espiral en el Universo, hay un espiral para la vida, para sostener el Cosmos. Así que hablo de este trabajo, del tronco de la columna vertebral (ahora describe un espiral con su cuerpo) que tiene que ver con conexiones del cielo a la tierra.

“Parece sólo teoría, pero no, cuando el alumno entiende eso, logra un trabajo corporal extraordinario, y descubre que éste trabajo está conectado con sus emociones, está conectado con su ser más interno, profundo, de los átomos a la personalidad, al espíritu.

“Cuando los bailarines descubrimos eso, te enamoras de la técnica, pero el problema está en que está muy mal enseñada, entonces el alumno no encuentra ese significado, ese contenido que pueda tener la técnica, entonces, ahí está mi misión”.

Dice lo anterior quien ha sido la maestra de los maestros en Monterrey. Y como es una maestra que no deja de aprender -y transmitir-, se encontrará en un evento muy relevante en París. Invitada por la Institución Graham for Europe, asistirá a dar y recibir clase, pero también, participará en un panel, un seminario, exponiendo cómo se enseña la técnica Graham en nuestro país.

-¿Y cómo se enseña la técnica Graham en Monterrey?

“Lo que pasa es que los maestros suelen ser víctimas de las instituciones. No pueden contra el sistema, sea de la UANL o Escuela Superior, en fin. Les dicen: no, maestra, no puedes hacer eso, y se rinden fácilmente. De tal suerte que no procuran al alumno más allá de la calificación.

“Y yo estoy por lo contrario. Porque lo bello es que, cuando entras al salón, sí puedes; cierras la puerta y tú eres la autoridad. Sí puedes. Pero ahí ya entra la personalidad del maestro (a), que tendría que tener la inquietud de hacerlo. Pero la mayoría de las veces sacan la bandera blanca.

“Rendirse es un como sea, ¡y eso es terrible! El maestro tiene qué ser mas apasionado. Que la referencia del alumno no sea el maestro sentado, en tenis, dando la clase. ¡No!, no te puedes sentar a dar una clase. Aunque tengas 80 años, ¡te paras! Al alumno hay que enamorarlo”.

Recalcó que, para la enseñanza correcta de la técnica, se precisa fidelidad al modelo original.

“Yo sólo comunico una técnica que me enseñaron. Yo no la inventé. Y no puedo cambiarla. Así como Martha la concibió, la transmito; por algo la concibió así. Entonces el alumno entiende la metáfora, la dramaturgia, la intención del ejercicio”.

Aunque es algo nuevo, su viaje a París continúa una voluntad de experimentación, enseñanza y aprendizaje, que le es característica.

Así lo vemos en sus palabras: “yo sé que me va a construir muchas cosas, o bien, que me va a ayudar en mi propia construcción como maestra. Porque tengo tanto conocimiento que he acumulado por años, que quiero transmitirlo.

“También por eso tengo un espacio propio, con mis propias reglas, que no son las de otras escuelas. Porque me importan los alumnos, y no quiero que estén preocupados por una calificación.

“Lo que a mí me interesa es otra cosa. Cómo se mueven, qué me quieren hacer sentir. Que integren la danza a sus vidas como algo gozoso. Entonces el alumno sede, y ves cómo te dice: ya lo encontré maestra. Eso es lo que a mí me importa”, concluyó.

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