¡Adiós emperador y embajador del vallenato regio!
Por: Pedro García
Como el viento que baja volando/
por las faldas de la gran montaña/
así llegan a mí los recuerdos/
cuando eras mi novia idolatrada/…
Ahhh, Celso, Celso. Celso…
Casi de la nada, poco a poco, fuiste fraguando una carrera que consolidaste de manera universal, porque te convertiste en un Artista internacional, ya que dominabas lo que hacías, impulsado por la pasión que le pusiste al acordeón y a las canciones, con tu voz profunda que irrumpió del hondo barrio del cual tomaste el atavío natural, puesto que así te presentabas en cuanto escenario pisaste, colmando de sensaciones, con ese ritmo urbano que embruja.
Pero el tiempo ha corrido de prisa/
y a querido violar tu belleza/
que me importa si tengo la dicha
de haber sido tu amante en primavera/
Supe de ti por la información popular, es decir, de boca en boca, en los barrios del sur de Monterrey donde ya el vallenato había sembrado su semilla desde aquellos tremendos Corraleros del Majagual que resonaban en algunas estaciones de radio y causaban furor en los bailes de quinceañeras, bodas o nomás porque la raza los había adoptado y atrapado en las enormes radiograbadoras que la muchachada cargaba al hombro: ¡we, we, we, we, we!
De la ensoñación que me causaban la Sonora Santanera y Mike Laure, mis oídos comenzaron a colmarse de vallenato. Los conjuntos colombianos fueron un caudaloso género de músicos de primer orden.
Luego, como la germinación, surgiste tú Celso, fertilizado de audacia y atrevimiento. Comenzaste a dar tallos y flores musicales y lideraste una corola derramada en numerosos grupos de vallenato que también cobraron fama popular.
De la colonia Independencia pasé a lo que hoy es Laderas del Mirador y tú, Celso, eras un emperador. De ahí, del cerro Del Mirador bajaba el viento, volando por sus faldas: era el aroma de tu música y de tus sentimientos populares.
Como pasa con los ídolos populares, tu muerte nos agarró desprevenidos; la cara se nos ha llenado de tristeza, luego será de nostalgia, posteriormente será un recuerdo que irá asentándose para dar paso a la leyenda, tu leyenda Celso.
A pesar de las años vividos/
no ha cambiado el amor ni la dicha/
y en tu pelo recién blanquecido/
hay aromas de niña bonita/
Lara, lala…la…Lara lala..la…/
Adiós emperador, y nuestro embajador del vallenato regiomontano.
Te has ido pero nos quedan tus cartas credenciales, las de un músico entrañable, como los tenemos en otros artistas, emblemáticos de otros géneros.