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POLÍTICA Y GENTE

Por: Pedro García

Mientras el PRI nacional opta por las estrategias básicas como la reagrupación de los sectores y el cierre de filas para impulsar a Meade en las tendencias del voto y llevarlo a la victoria el 1 de julio, en los estados, el partido registra vientos de inconformidad de segmentos de su militancia porque a los comités estatales les ha dado por imponer supuestas nuevas formas de elección de candidatos con el fin de dibujar, aparentar, un nuevo rostro político.

En los comités estatales como el de Nuevo León salieron con sorpresas a la militancia por medio de imponerles exámenes y pruebas de conocimiento de estatutos y otras hierbas, pero que los interesados en registrarse como aspirantes los consideran triquiñuelas con el fin de descartarlos de las contiendas internas.

Priistas de base reniegan del dirigente, Pedro Pablo Treviño por el trato de desprecio que el partido propina a las bases de militantes que le dieron sentido y fuerza de votos durante décadas.

Militantes comentan que los exámenes salen sobrando porque es claro que el PRI no ha tenido consistencia en el contenido de los estatutos, mismos que ha ido acomodando a las conveniencias de sus élites dirigentes que, en el descaro del pragmatismo han hecho acuerdos con el otrora conservador Partido Acción Nacional con el cual, incluso, ha cohabitado en la formas de gobernar, de Salinas a la fecha.

Dicen que esas élites no abandonan ni por descuido la ubre del presupuesto y lo mismo se la pasan en el Senado que en la Cámara de Diputados, donde han concertado alianzas vergonzosas con la derecha.

Por separado, de acuerdo con observadores, militantes y ex priistas, el tricolor ha dado lugar a la molestia profunda en segmentos importantes de sus bases a tal grado que se pronostican serias derrotas al partido en la zona metropolitana de Monterrey y en lo concerniente a las diputaciones.

En ese contexto, observadores señalan que, de súbito, el Revolucionario Institucional pretende hacerse de una nueva fama, meter bajo la alfombra la basura y sus cuestionables comportamientos electorales forjados en décadas, cuando dominó la escena sin reparar en las formas, mismas que están ampliamente documentadas en protestas por fraude de las oposiciones, señaladamente el PAN, partido que sin embargo consiguió reivindicaciones en el sexenio de Salinas, gracias a las concertacesiones, al extremo de llegar a Los Pinos, primero con Fox (previa reforma –con dedicatoria- a la Constitución), y luego, mediante acuerdos descarados de gobernadores priistas, apoyaron a Felipe Calderón, bajo una operación astuta de Elba Esther Gordillo, ahora repudiada por el PRI por -según-, operar a favor de AMLO, acción que la ha convertido –qué ironía- en un “Peligro para México”.

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Las elecciones del 2018 están tipificadas por las necesarias cuanto inevitables coaliciones tanto para los (todavía) partidos grandes como para los menores.

Ambos se necesitan, y las circunstancias los han orillado a echar mano del pragmatismo preelectoral: los grandes para asegurar las victorias y los otros para sostener el registro.

Pero, sobre estas consideraciones, el PRI, PAN Y PRD eran los más urgidos en aliarse con partidos con menor presencia nacional, uno, el tricolor, para prolongarse en el poder; el PAN para tratar de arrebatarlo y el Sol Azteca urgido en mantenerse en los estados donde gobierna.

En resumen, hoy más que nunca la lucha por el poder se entabla en una fuerza de sociedades, a pesar de los cuestionamientos que esto ha despertado por las contradicciones ideológicas, así como las adhesiones insólitas que registran las coaliciones.

Si bien el PRI mantiene alianzas más o menores consistentes, su candidato Meade es de un corte ciudadano, no militante en siglas pero sí identificado con las formas de gobierno del tricolor y del PAN, tan es así que cuenta con simpatías, por ejemplo, de panistas encumbrados en puestos de elección, molestos con Ricardo Anaya.

Anaya negoció y amasó sociedad con el PRD pese a las renuencias de panistas. Los perredistas abrazaron la alianza aceptando que ello significa un tanque de oxígeno, con miras al resultado de la elección toda vez de la tendencia a la baja del Sol Azteca. Morena es una coalición y añade adhesiones variopintas, lo que le acarrea críticas.

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